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Contra todo pronóstico al PSOE solo le queda Juan en Cuenca

Fran o Juan. Las elecciones municipales en Cuenca se han dirimido entre dos vecinos muy conocidos. Francisco Pulido, médico de 48 años, el alcalde del PP saliente, y Juan Ávila, economista de 44 años, regidor electo y hasta ahora presidente socialista de la Diputación Provincial. Los dos han disputado unas elecciones municipales que se han saldado con una victoria pírrica a favor del PSOE: apenas 138 votos, de los 29.744 electores que acudieron a votar, han decidido la alcaldía. Nada inusual, si no fuera porque ha sido la única capital de provincia donde el PSOE ha conseguido dar el vuelco y arrebatar un Ayuntamiento al PP. Todo lo contrario que en el resto de España, donde el PP ha logrado teñir de azul la mayoría de las instituciones en liza. Aquí, contra todo pronóstico, ha ganado Juan, el del PSOE.
Pero solo en el Ayuntamiento. Porque el PP, que ha desbancado a los socialistas en el Gobierno regional, que no conocía otro color político, también ha reunido más concejales en toda la provincia (702 frente a 693), lo que le permitirá presidir la Diputación Provincial que hasta ahora ocupaba Ávila. Así que Fran, el del PP, en el fondo tampoco ha perdido. Todo apunta a que el PP lo recuperará para ocupar una consejería en el Ejecutivo de Dolores de Cospedal si no se convierte en el nuevo presidente de la Diputación, en sustitución de su rival municipal.
Juan Ávila. / ÁLVARO GARCÍA
“Hemos hecho una política de cercanía”, justifica su triunfo electoral Ávila. “Hemos recuperado el contacto con la gente, he recibido a todo el que quería verme y he pasado muchísimas horas escuchando a la gente”. La Diputación Provincial se habría convertido así en el escaparate que ha permitido al nuevo alcalde mostrarse a los conquenses. Sin tener que tomar decisiones ni gestionar directamente sobre sus vecinos ha podido estar presente en la vida institucional, tender puentes con otras Administraciones y viajar por toda la provincia. Y eso, en una ciudad donde los habitantes tienen vínculos familiares por toda la región, sentir cerca de un político, ha supuesto un fenomenal boca a boca.
“Ávila se junta con todo el mundo”, explica Antonio Javier de los Santos, de 38 años, que regenta la Cantina de San José, en Las Quinientas, una barriada construida hace 50 años para alojar familias humildes de toda la ciudad. “Baja, se toma una caña en mi bar, va al de Vidal, al de Fernando… Ha trabajado y ha ido a los barrios. Y si el otro [por Pulido] lo hubiera hecho, habría ganado, porque Cuenca es de derechas”.
La otra justificación que aporta Ávila es que ha tratado de hacer una campaña enfocada en lo local. “Frente a la estrategia del PP de que las elecciones se iban a decidir con el argumento de la crisis y contra Zapatero, nosotros nos hemos empeñado en decir que solo se trataba de elegir al alcalde de Cuenca”, sostiene.
La paradoja es que cualquiera de las dos explicaciones que aporta Ávila para justificar su victoria las podría utilizar igualmente cualquiera de sus compañeros de partido para explicar su derrota. Porque la estrategia del PP de Cuenca ha sido la misma que el partido en todo el país. Y a Ávila le ha funcionado, a otros no.
Pero Cuenca, y lo ha demostrado en estas elecciones, no es como el resto del país. Aquí la política municipal sigue caminos propios y peculiares. “El debate está muy polarizado, siempre ha sido así”. Es una de las tesis que pone sobre la mesa Pulido, el alcalde saliente, que ha perdido por el 0,5% de los votos. Un empate técnico, pero que permite al PSOE alcanzar los 13 concejales que le dan la mayoría absoluta, mientras el PP se queda en 12. No hay más partidos en el arco parlamentario. Solo cuando baja la participación han llegado a entrar otros partidos: IU o independientes. El 22 de mayo, la coalición de izquierdas se quedó fuera pese a que obtuvo exactamente las mismas papeletas que en 2007: 1.323 votos. Pero no llegó al 5% necesario para formar grupo.
Ocurre igual cada vez que aumenta la participación –y en esta ocasión ha votado el 72,35% del electorado-, lo que ha arraigado el bipartidismo.
Solo un alcalde ha logrado mantener el Ayuntamiento dos legislaturas seguidas
Esta polarización se explica en que Cuenca es una ciudad típica de clase media alta. “Esta ciudad vive del funcionariado”, explica Féliz Aceñero, presidente de la Cámara de Comercio. Los empleados públicos de las Administraciones local, regional y central, así como los de la Universidad de Castilla-La Mancha son mayoría, después de que el otro gran sector de actividad, la construcción, se haya ido a pique con la crisis y porque el plan urbanístico lleva tiempo paralizado. “Aquí hay poca industria, con polígonos muy pequeños dedicados a almacenes de venta al por mayor y empresas que no suman más de 20 empleados”, explica Aceñero. “No existe terreno desarrollado para grandes empresas”.
El tercer puntal de la economía conquense es el turismo y la hostelería, a la que la estación del AVE que une Madrid y Valencia ha dado un fuerte empujón. Pero no ha impedido que el desempleo escale al 20% de la población. “La crisis llegó más tarde que en los grandes núcleos urbanos porque los funcionarios sostienen la economía, pero a la hora de recuperarse, al no tener grandes industrias, cuesta más”, explica el presidente de la Cámara.
Otra de las peculiaridades de la ciudad es el castigo al alcalde saliente. Solo un regidor, el socialista José Manuel Martínez Cenzano ha logrado mantener el Ayuntamiento dos legislaturas seguidas, entre 1999 y 2003. En cambio, lo habitual en el resto del país es la escasa renovación de las alcaldías, donde muchos regidores se mantienen a lo largo de varias legislaturas y no es excepcional que resistan durante décadas. El recambio de Ávila por Pulido apuntala la tradición conquense.
Juan Ávila ganó por 138 votos. / ÁLVARO GARCÍA
Y luego está el desgaste del poder. “Critico al alcalde no porque sea de derechas, sino porque no hace nada de nada”, asegura Elena Castillejo, de 48 años, presidenta de la Asociación de vecinos Las Quinientas. Entre sus afrentas hay tres que repiten como un mantra varios de los entrevistados: el carril bici, la renovación de las aceras a cargo del Plan E de Zapatero y el fichaje del hermano del alcalde como asesor, nada más llegar al Ayuntamiento.
“El PP no ha hecho prácticamente nada y lo que ha hecho, lo ha hecho mal”, asegura Pedro Cerrillo, catedrático de Literatura de la facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Castilla La Mancha, y director del CEPLI, el centro de investigación de la literatura infantil. “La ciudad necesitaba y esperaba otra cosas: pero se han cambiado las aceras, cuando no estaban mal, y se ha construido un carril bici que es un despropósito en una ciudad que no es plana y donde el tiempo no acompaña. Y, aunque un gobernante debe nombrar a su equipo de confianza, alguien tan cercano como un hermano nunca va a ser bien recibido”.
Pulido solo reconoce su desliz en el primero de los casos. “Gestionar comporta asumir riesgos y hemos cometido errores”, admite. El alcalde en funciones explica que su intención fue colocar un carril bici para circular por la ciudad, con la idea de hacer una política municipal sostenible, pero el diseño del carril, que se llevó por delante varios aparcamientos, concitó una campaña mediática en contra. “Reconozco que como buen afiliado del PP, no he sabido comunicar”, asegura Pulido. “Lo que en otra ciudad habría sido un acierto, aquí se ha convertido en un error”. Y concluye lo mismo que todos: “Esta ciudad es muy peculiar”.


Publicado en El País

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