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Mis recuerdos del 23-F, reivindicando la figura de Gutierrez Mellado


El 23-F retintinea todavía en mi mente a pesar de ser en esa época era tan solo un niño.
La memoria selectiva de mi cerebro se quedó con dos imágenes nítidas de lo que aconteció en el congreso de los diputados:
Una fue la cara del golpista Tejero con su bigote característico, su rostro duro y serio con la pistola en la mano amenazando el ordenamiento constitucional.
Y la otra fue el zarandeo al que fue sometido el vicepresidente del gobierno, Gutiérrez Mellado, por parte de los golpistas.

Esas dos imágenes han perdurado en mi mente durante toda mi vida, sobre todo la de Gutiérrez Mellado.

-¡Alto! ¡Todo el mundo quieto! ¡Quieto todo el mundo! ¡Silencio! ¡Quieto todo el mundo! -grita Tejero con voz ligeramente gangosa.
El teniente general Gutiérrez Mellado reconoce a Tejero y se levanta automáticamente. Pone las manos sobre su escaño y sin pensarlo sale al pasillo mientras que el presidente del gobierno intenta retenerlo inútilmente.

-¡Al suelo, al suelo!
Los guardias civiles vociferan siguiendo la misma cadencia, el mismo grito, el mismo tono que el oficial que los manda.
¡Al suelo todo el mundo! ¡Todo el mundo al suelo!
Gutiérrez Mellado oye, en décimas de segundo, que el teniente coronel Tejero ha dicho “Siéntese, diputado”, y se dirige a desarmarlo…
-¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo!
Gutiérrez Mellado sigue avanzando mientras intenta decirle a Tejero que salga “fuera”. Tres guardias lo retienen.
Rafael Luis Díaz oye que le dicen que se tire al suelo, pero ha conseguido refugiarse en una de las columnas…
Tejero dispara.
Luego, una, dos, tres, una interminable ráfaga de ametralladoras…
Todo el gobierno, salvo el presidente en funciones Adolfo Suárez, se refugian bajo los escaños.
Las ráfagas duran segundos, pero parecen horas.
Adolfo Suárez, que permanece sentado en su escaño, siente como varios casquillos de bala rebotan cerca de él y piensa que puede estar herido. Pero permanece impasible.
Luego, de nuevo, la voz de Tejero:
-¡Quietos, para, para! ¡Que vais a dar a alguien de los nuestros!
El teniente general Gutiérrez Mellado, sordo por los disparos, intenta seguir avanzando hasta el lugar donde se encuetra Tejero, pero es Tejero el que va hacia él.
Le pone una zancadilla, le coge por el cuello e intenta tirarle al suelo. El vicepresidente del gobierno, agarrado a la barandilla de su escaño piensa, en décimas de segundo, que no puede caer, que el honor del ejército y el de España no pueden estar por los suelos… Siente como le agarran por el cuello, como una, dos, tres, media docena de manos intentan tirarle. Se agarra con fuerza al banco azul y es Tejero el que está a punto de caer.
Gutiérrez Mellado, fatigado, cansado, vuelve a su escaño. Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo al unísono le dicen la misma frase que el general no puede oír:
-Déjalo, déjalo.
-¡Siéntate, te lo ordeno! -le añade Suárez.
Luego un largo, profundo, y persistente silencio

¡Que gallardía y que honor¡. La resistencia de este hombre a la opresión ha sido un referente para mi

4 comentarios:

Ana dijo...

tampoco olvido ese día, tenía 23años, y estaba dando el pecho a mi hijo de cuatro meses. Fue un día para no olvidar, sobre todo porque la democracia salió ilesa, escribí el otro día una entrada sobre esto, por eso mismo, porque ganó la democracia y seguimos siendo libres para expresarnos.

un saludo cordial.

izquierda plural dijo...

Gracias por tu testimonio Ana.
Esa es la verdadera transcendencia de los hechos acecidos por la intentona golpista, que no caiga en el olvido.

Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

También a la valentía de Don santiago Carrillo k para él pintaba mucho mas negro. Yo tenía 20 añitos y el novio en la mili ufff, Me kito el sombrero por ellos, y por ellos hoy, por la democracia podemos manifestar nuestras opiniones sin miedo

izquierda plural dijo...

En efecto, Carrillo se veia literalmente "con la soga al cuello".
Mantuvo una postura decorosa y digna.
La verdad, todos fueron héroes