Priego me sabe a gloria. Priego me encanta como escenario de sosiego y paz, y aun como espacio de ataraxia y huerto epicúreo donde los seres humanos se reúnen en torno al amor sagrado de unas palabras incandescentes: el brasero dulce y amable de las palabras que renacen de sus cenizas, que vuelven a tomar vuelo y consistencia, que retoman nuevo significado tras su significante revulsivo: la creación (reconstrucción) de un nuevo mundo a través de la palabra aún no gastada ni malgastada.
La palabra como sanación.
Los versos balsámicos, que invitan a la recreación y nos hacen creer en el mundo.
Mañana no faltes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario