Dice un sabio refrán español que "como en casa, en ningún sitio", tópico que se hace una verdad incuestionable la mayoria de las veces, pero después del periplo Italiano que he realizado, he de poner en tela de juicio dicha sentencia.
Aterrizé en el aeropuerto de Roma-Fiumiccino el lunes pasado, empezando de esta manera el recorrido por la historia del antiguo imperio romano y de nuestro mismísimo pasado, visitando los principales monumentos que quedan todavía en pie y que solo contemplarlos son un deleite para el alma y el espíritu.
Foros imperiales, el Coliseo, la Columna Trajana, la Domus Aurea.... son cientos..
El segundo día toco visitar la ciudad del Vaticano, palacios y museos que son de una magnitud indescriptible y muestran con total nitidez el poder Papal en la vida espiritual y en la económica, los tesoros que albergan son suntuosos y la Basílica de San Pedro es en sí, el cúlmen del esplendor, poder y riqueza de la curia vaticana.
Pero es sin duda, la Capilla Sixtina la que se lleva la palma, contemplar la obra de Miguel Ángel conmueve y sobrecoge hasta al más crítico con la Santa Sede.
El tercer día lo dediqué a visitar los restos de la ciudad romana de Pompeya, ciudad que sepultó el Vesubio en el 79 ac bajo varios metros de cenizas y piedra pomez, ciudad que se conserva en un excelente estado de conservación, pasear por sus calles enlosadas es uno de los mayores placeres para los apasionados del pasado romano.
Por la tarde, la isla de Capri y sus maravillosos recursos naturales como son las grutas que horadan el mar en gran parte de sus acantlilados, una ciudad turística donde todo gira en tornol al mar con una gran gastronomía a base de pasta y pescado y un excelente licor, el "limoncello".
Para finalizar, una breve visita a Nápoles con su caotismo anárquico natural hacen de ella una ciudad bella y muy interesante de conocer.
El cuarto día visité la ciudad de Asís, cuna de San Francisco donde se venera con gran devoción y donde está sepultado en un gran tumba subterranea pero visitable, una ciudad digna de pasear por sus calles ordenadas y limpias.
Por la tarde, parada en Siena y visita de sus calles y monumentos señoriales que crecieron al amparo del poder emergente de la banca y de los negocios que hicieron de esta ciudad emerger con gran poderio.
El quinto día lo dediqué a Florencia o Firenze, como se dice en Italia, donde todavía podemos ver el gran poder de los Medici en cada una de sus calles, ciudad que se monumentalizó gracias a dichos mecenas.
Aquí podemos ver el David de Miguel Ángel entre otras de su mismo cincel y que nunca concluyó y que permanecen encerradas en la piedra de marmol con una expresividad en sus rostros que conmueve y sobrecoge.
El sexto día visité la ciudad de Pisa y su famosa torre inclinada por su contrucción bajo débiles cimientos y por la negligencia de los gobernantes posteriores que quisieron enderzarla y lo único que consiguieron fue inclinarla más.
Por la tarde, visita a la Ciudad de Pádua donde se venera con gran devoción a San Antonio, ciudad que posée la plaza más grande de Europa, en ella, hay unos jardines circulares atravesados por un gran canal que los une a través de puentes todos ellos.
El séptimo día visité la ciudad de Venecia y su laguna, el paseo por sus calles es uno de los placeres mundanos de los que más he disfrutado.
Ciudad no apta para todos los bolsillos por su infinidad de tiendas de firmas de lujo que están establecidas allí, pero recorriendo sus intricadas calles y puentes se encuentra variedad y precios más asequibles.
Pero es sin duda, el paseo en góndola es el cúlmen de la visita, la navegación por sus canales es la que da alas al romanticismo y al amor.
Y el último día visita a Milán, la capital económica de Italia, ciudad de vanguardia en la moda europea y en la que destaca "Il Duomo"que es la catedral de Milán contruida íntegramente en mármol y de proporciones descomunales.
Italia es un país digno de visitar y de conocer, grandes recuerdos y momentos me llevo de allí, pero algo de mi también se quedara para siempre en Italia.
Aquí me he sentido como en casa.
Aterrizé en el aeropuerto de Roma-Fiumiccino el lunes pasado, empezando de esta manera el recorrido por la historia del antiguo imperio romano y de nuestro mismísimo pasado, visitando los principales monumentos que quedan todavía en pie y que solo contemplarlos son un deleite para el alma y el espíritu.
Foros imperiales, el Coliseo, la Columna Trajana, la Domus Aurea.... son cientos..
El segundo día toco visitar la ciudad del Vaticano, palacios y museos que son de una magnitud indescriptible y muestran con total nitidez el poder Papal en la vida espiritual y en la económica, los tesoros que albergan son suntuosos y la Basílica de San Pedro es en sí, el cúlmen del esplendor, poder y riqueza de la curia vaticana.
Pero es sin duda, la Capilla Sixtina la que se lleva la palma, contemplar la obra de Miguel Ángel conmueve y sobrecoge hasta al más crítico con la Santa Sede.
El tercer día lo dediqué a visitar los restos de la ciudad romana de Pompeya, ciudad que sepultó el Vesubio en el 79 ac bajo varios metros de cenizas y piedra pomez, ciudad que se conserva en un excelente estado de conservación, pasear por sus calles enlosadas es uno de los mayores placeres para los apasionados del pasado romano.
Por la tarde, la isla de Capri y sus maravillosos recursos naturales como son las grutas que horadan el mar en gran parte de sus acantlilados, una ciudad turística donde todo gira en tornol al mar con una gran gastronomía a base de pasta y pescado y un excelente licor, el "limoncello".
Para finalizar, una breve visita a Nápoles con su caotismo anárquico natural hacen de ella una ciudad bella y muy interesante de conocer.
El cuarto día visité la ciudad de Asís, cuna de San Francisco donde se venera con gran devoción y donde está sepultado en un gran tumba subterranea pero visitable, una ciudad digna de pasear por sus calles ordenadas y limpias.
Por la tarde, parada en Siena y visita de sus calles y monumentos señoriales que crecieron al amparo del poder emergente de la banca y de los negocios que hicieron de esta ciudad emerger con gran poderio.
El quinto día lo dediqué a Florencia o Firenze, como se dice en Italia, donde todavía podemos ver el gran poder de los Medici en cada una de sus calles, ciudad que se monumentalizó gracias a dichos mecenas.
Aquí podemos ver el David de Miguel Ángel entre otras de su mismo cincel y que nunca concluyó y que permanecen encerradas en la piedra de marmol con una expresividad en sus rostros que conmueve y sobrecoge.
El sexto día visité la ciudad de Pisa y su famosa torre inclinada por su contrucción bajo débiles cimientos y por la negligencia de los gobernantes posteriores que quisieron enderzarla y lo único que consiguieron fue inclinarla más.
Por la tarde, visita a la Ciudad de Pádua donde se venera con gran devoción a San Antonio, ciudad que posée la plaza más grande de Europa, en ella, hay unos jardines circulares atravesados por un gran canal que los une a través de puentes todos ellos.
El séptimo día visité la ciudad de Venecia y su laguna, el paseo por sus calles es uno de los placeres mundanos de los que más he disfrutado.
Ciudad no apta para todos los bolsillos por su infinidad de tiendas de firmas de lujo que están establecidas allí, pero recorriendo sus intricadas calles y puentes se encuentra variedad y precios más asequibles.
Pero es sin duda, el paseo en góndola es el cúlmen de la visita, la navegación por sus canales es la que da alas al romanticismo y al amor.
Y el último día visita a Milán, la capital económica de Italia, ciudad de vanguardia en la moda europea y en la que destaca "Il Duomo"que es la catedral de Milán contruida íntegramente en mármol y de proporciones descomunales.
Italia es un país digno de visitar y de conocer, grandes recuerdos y momentos me llevo de allí, pero algo de mi también se quedara para siempre en Italia.
Aquí me he sentido como en casa.
1 comentarios:
Me alegro que te haya gustado ITALIA y que hayas disfrutado.
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