"Hemos podido cometer errores, pero hemos dado la cara en todo momento. Nos estamos dejando la piel en la batalla diaria de la crisis", ha señalado el presidente en el comité federal
No voy a ser candidato en las próximas elecciones generales", ha anunciado el presidente del Gobierno cuando apenas llevaba 30 minutos de discurso en la reunión del comité federal del PSOE. José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que no desea que haya más especulaciones sobre su futuro. "Seguro que no es fácil acertar y he pensado que lo mejor era hacerlo ahora para poner fin a una incertidumbre que podía perjudicar a las reformar y a la creación de empleo. Vamos a seguir respetando los tiempos y los procedimientos", ha indicado el secretario general del PSOE.Zapatero había comenzado su intervención hablando de la economía europea. "Hemos podido cometer errores, pero hemos dado la cara en todo momento. Nos estamos dejando la piel en la batalla diaria de la crisis", ha subrayado, para ensalzar posteriormente la labor de los socialistas respecto al Estado del bienestar. Zapatero ha hecho referencia a que se han "mantenido a salvo las políticas sociales pese a la dureza de la crisis", y ha subrayado la ley de dependencia como uno de los hitos sociales de sus dos legislaturas.
"Sé que seguiré contando con vuestra confianza". "Abordo con tranquilidad mi posición sobre la candidatura a las generales. Lo voy a hacer aquí, donde siempre pensé que debía", ha asegurado Zapatero.
Tras una década prodigiosa en la que recuperó para el PSOE inmensos territorios de poder y consolidó en España importantes reformas sociales, José Luis Rodríguez Zapatero deja su puesto vacante en el final más triste de los imaginados: entre toneladas de paro y desesperanza.
A menos de un año de que concluya la legislatura de la peor crisis económica en la historia de España y con el rumor de una recuperación inminente, el presidente del Gobierno ha comunicado a la cúpula del PSOE que su etapa ya ha pasado y que renuncia a presentarse por tercera vez en 2012, algo que nadie dentro de su partido le habría discutido hoy pese a su pésima imagen en las encuestas.
Tras diez años de liderazgo unánime plagado de éxitos electorales incontestables, José Luis Rodríguez Zapatero ha abierto el debate sucesorio contra el criterio del poder del dinero, que le aconsejó no hacer mudanza en tiempos de crisis; y pese a la oposición de muchos de los compañeros de partido que le auparon en Nueva Vía hasta la secretaría general del PSOE en 2000. Esos compañeros se sienten ahora huérfanos, abandonados a su suerte.
Zapatero anuncia que se va sin que nadie con poder e influencia dentro del partido se lo haya pedido, por respeto a sus convicciones personales. Hay muchos dirigentes locales y regionales que le han animado en las últimas semanas a poner fin a la duda hamletiana sobre su futuro político. Alcaldes y presidentes autonómicos querían evitar así que las elecciones municipales y autonómicas donde se juegan su poder se convirtieran en un plebiscito sobre el futuro del presidente del Gobierno. En su discurso de hoy le ha pedido a los candidatos que se vuelquen en defender su gestión, cuando los rivales le reprochen la política general en la campaña. El PP, por su parte, desea convertir el 22-M en un examen al "presidente y al Gobierno de los cuatro millones de parados". El PP de Madrid de Esperanza Aguirre ya ha reaccionado y ha pedido que se anticipe la convocatoria de las elecciones generales.
Algunos de los dirigentes del PSOE partidarios de precipitar el futuro, los que reclamaban que se fuera de manera urgente -antes de que comience la campaña el 6 de mayo- creían que resolver la sucesión y promover rápidamente al nuevo candidato podría dar impulso para afrontar con mejores garantías la cita electoral. Para tener más posibilidades de frenar el que se presume como el mayor fracaso que ha tenido el PSOE en los últimos tiempos. Zapatero apeló a los cromosomas del PSOE para reclamar batalla en esos comicios y para asegurar que el partido no está perdido.
Para la contienda interna que se abrirá de inmediato, Zapatero ya ha afirmado en el Comité Federal, el máximo órgano entre congresos, que ahora se convocarán las primarias, después de las elecciones autonómicas de mayo. "El dedazo", añadió Zapatero, puede ser más simple y fácil, pero no está en el sistema de funcionamiento ni del PSOE ni en el suyo propio. Habrá contienda, es seguro. Pero Zapatero pidió que fue lo más limpia posible, con "voluntad integradora" y con el objetivo de "sumar" tras la disputa, "si se presentan más de un candidato", dejó en el aire el actual líder del PSOE.
En el PSOE sólo se vislumbran dos posibles candidatos, aunque la hipótesis de que surja un nuevo Zapatero está viva. Los dos candidatos están en el Gobierno, y a los dos los ha señalado el presidente por distintos motivos hasta convertirlos en aspirantes.
Por un lado, el que reúne ahora mayor consenso entre el poder orgánico del partido y al que apoyan una amplia mayoría de los secretarios generales socialistas en las distintas comunidades autónomas. Se llama Alfredo Pérez Rubalcaba, tiene casi toda la experiencia del partido, en el que comenzó muy joven y con el que ha ocupado todo el escalafón ministerial salvo la Presidencia del Gobierno. Cuando Zapatero le ascendió a vicepresidente en 2010, todos interpretaron que era un señalamiento de futuro para sucederle.
La otra persona a la que todo el mundo mira con posibilidades de competir en unas primarias anticipadas es Carme Chacón, la ministra de Defensa, a la que Zapatero quiso destacar con un puesto que nunca antes había ocupado una mujer. Dos o tres de los 17 secretarios generales socialistas apoyarían esta opción frente a Rubalcaba, además de algunos de los que apoyaron al presidente del Gobierno en sus primeros pasos para liderar el partido.
La decisión, aparentemente lógica pero al final sorprendente de Zapatero, ha puesto en el tablero donde se dirime el poder a un rey apoyado y protegido (Rubalcaba) y a una reina libre y poderosa (Chacón) que se disputarán el trono si queda libre... o se lo repartirán.
Diez años después de que llegara a la secretaría general del PSOE por apenas nueve votos; seis años después de que ganara unas elecciones generales contra todo pronóstico tras el peor atentado en la historia de España; cuatro años después de que su intento de diálogo con ETA terminara con un atentado brutal en la nueva terminal de Barajas que mató a dos personas; casi un año después de haber caminado por la cuerda floja de la amenaza de quiebra del país por los ataques de los mercados financieros, Zapatero anuncia que se va con la sensación de que ha cumplido con la crucial tarea de salvar a España.
En ese camino de salvación, el presidente del Gobierno ha hundido las expectativas electorales de su partido con decisiones económicas que han supuesto un recorte de derechos. En el último año, Zapatero ha defendido y aprobado el abaratamiento del despido, el alargamiento de la edad de jubilación y rebajas salariales para millones de funcionarios. Además, los avances sociales que consolidó en siete años sufrieron un retroceso.
Durante ese tiempo, Zapatero levantó un edificio legal inolvidable con importantes avances en materia de derechos (Ley de Dependencia, Ley de Memoria Histórica, Ley del Aborto) y de igualdades (Ley del Matrimonio homosexual; Ley de Igualdad).
Pese a todo lo hecho, el presidente que consideró "opinable" la mayor crisis económica en toda la historia de España es consciente de que el "efecto Zapatero" se diluyó entre los cuatro millones de parados que ha dejado la recesión.
Hay quien cuenta que el jefe del Ejecutivo ya tenía pensado, cuando se inició su segundo mandato en 2008 abandonar al finalizar la legislatura y que incluso tenía medidos los tiempos en que anunciaría su futuro y que cumplirá con lo que planeó. Otros entienden que el presidente del Gobierno, leal a su partido político y a España, considera que su tiempo ya pasó y no quiere dañar las expectativas electorales del PSOE. Por eso se va. Y lo hace ahora, para que nadie pueda aventurar que su decisión tenía que ver con los resultados electorales del 22-M.
Publicado en El País
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