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Si tus ojos te escandalizan, arráncatelos

"Si tus ojos te escandalizan, arráncatelos"
Permitidme, queridos lectores, que comience con esta cita bíblica pues parece que los nuevos torquemadas no toleran la diferencia y apuestan por la uniformidad como pensamiento único, claro, el suyo.
Y como jamás he sido un borrego que sigue al pastor de turno, sabiendo que te aboca al precipicio, me siento libre para hacer, pero sobre todo, para decir.
Una vez más, ya he perdido la cuenta, me avergüenzo del pastor, de su capa y de su sayo. (entienda el lector que nada tiene que ver el noble oficio ancestral de pastor con este tipo de sujeto)
Y no es una vergüenza pasajera fruto de la irresponsabilidad o del tedio, mi alopécico cráneo, último vestigio visible de tiempos mejores, se obceca en la idea que no queda nada noble y puro en los corazones condenados a su propia damnatio memoriae.
La vergüenza, que no el odio, sigue creciendo cuando se mancilla el valor de la palabra, o cuando tú, trashumante de lo inhumano, predicas con el ejemplo que nunca has cumplido.
Amado lector,  dicen que nadie sera nunca feliz buscando la pulcritud o el lado recto de la vida.
Quizás haya llegado el momento de arrancarse los ojos para nunca jamás volver a ser escandalizado.


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