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Vox, que hablen los jueces

La historia se vuelve a repetir. Los Nazis llegaron al poder a través de una elecciones  parasitando las instituciones. Vox está siguiendo el mismo manual de odio, acoso y derribo de Hitler.
La sociedad española tiende a minimizar el peligro de tener a esta extrema derecha radical en diversas instituciones públicas, sin embargo, debería empezar a preocuparse.
Vox ha pasado al siguiente nivel, como todos los fascismos, aprovechan cualquier resquicio de quiebra del sistema para inocular progresivamente odio en la sociedad.
Es algo de sobra conocido por la historia trágica de Europa y de España.
La crisis del Coronavirus está sirviendo como trampolín para una extrema derecha que se siente fuerte ante la pasividad de las instituciones que son garantes de la democracia. Pueden decir las mayores barrabasadas sin absolutamente ninguna consecuencia penal.
La extrema derecha sabe que tiene por rehén al principal partido de la oposición, que mediante pactos vergonzantes, son sostenidos en algunos gobiernos autonómicos. De ahí la razón de Casado de no mover ni un solo dedo que le suponga incomodidad a Abascal.
La irresponsabilidad del PP es manifiesta, asume algunos de los postulados de la extrema derecha para intentar parar la sangría en sus filas sin ponderar que más pronto que tarde será igualmente devorado por Vox. De nada sirve apaciguar a la bestia atacando inmisericordemente al gobierno en un momento que deberían demostrar lealtad y unidad.
Con estos mimbres, pocos cestos se pueden tejer.
Y mientras todo esto pasa, parece que empieza a ser perentorio la ilegalización de Vox
¿Hay motivos suficientes para ello?
Que hablen los jueces

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