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Marcelino Camacho y la lucha obrera


“¡Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar!”. Marcelino Camacho era el mismo de siempre. El luchador incansable, el capitán del barco de Comisiones Obreras, el impenitente defensor de las libertades sindicales en en la noche negra del franquismo y aún después. Marcelino Camacho no ha cambiado. La proclama que pronunció al salir de Carabanchel vive aún.
Nada le ha movido. Ayer él mismo lo decía en el colofón del emotivo homenaje que instituciones, partidos, empresarios, artistas, obreros, camaradas en fin, le dedicaron. “La lucha por la libertad, la democracia y la igualdad siguen siendo imprescindibles”, clamó el viejo maestro de sindicalistas. Casi 90 años de temple.
La noche de glosa al ex secretario general de CCOO avanzó fogueada con el calor cercano de los suyos y los adversarios. Desde la ovación que le rindieron a su llegada, a las 19.05, hasta la apoteósica cantata final, La Internacional, puño en alto, a las 21.20 y la grada, a rebosar, en pie. Intervino el presidente del gobierno Jose Luis Rodriguez Zapatero,“Éste es un acto justo para un hombre y una mujer honestos”. “Tenemos que expresar nuestro orgullo colectivo hacia los padres fundadores de la libertad y la democracia. Y Camacho lo es”. “Sí, Marcelino”, concluyó el presidente del Gobierno, “ha merecido la pena”.
Una gran persona, un gran sindicalista, un luchador incansable. Significativo la casa en que vive, como la de cualquier trabajador. Gracias Marcelino, por haber estado en la cárcel, por haber soportado golpes e insultos (y todavía), gracias porque te debemos mucho.
Marcelino representa a lo mejor de la clase obrera, buen trabajador, buena persona, buen ciudadano, buen español, luchador de acero con la sonrisa en la boca, con la razón y la palabra. Rezumas honradez, inconformismo sensato. Un cálido y entreñable abrazo para ti y Josefina. Desde Cuenca. Salud Camarada

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