Sin ser un Nostradamus del socialismo, este fue el twitt que publiqué el 28 de enero de 2017 en plena vorágine fratricida.
Yo fui testigo de dicha contienda en la que el debate quedó reducido al insulto, a la sorna, y al menosprecio. No sólo Pedro Sánchez estaba en la diana. Aún recuerdo la discusiones subidas de tono y los intentos de ridiculizar un movimiento encaminado a salvar los principios e ideario socialista.
Nos llamaron de todo, desleales, hipócritas, unineuronales, irreflexivos, traidores, y hasta miembros de un club de fans.
Todo valía para garantizar la ortodoxia mal entendida y para que nada cambiara.
Afilaron las plumas contra esos bravos militantes que nos pusimos en pie, y sí, nos hirieron, no físicamente, sino en nuestros corazones y en el alma.
Pero sabíamos que teníamos razón, que el socialismo sobre todo es palabra y compromiso ético.
Muchos y muchas de los que son hoy diputados y diputadas, nos lo deben a nosotros, a los militantes de base que nos dejamos el alma y la vida en restaurar en su cargo al secretario general defenestrado.
Y sería de hipócritas creer que en muchos territorios han ganado por obra suya sin admitir el innegable tirón mediático de Pedro Sánchez y de la fragmentación del voto de derechas.
Y ahora todos son más "Pedristas" que Pedro,
Pues sean bienvenidos a este gran club de fans, aunque por desgracia llegan tarde, mal y a rastras.