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La Paz en el festival de teatro clásico de Mérida

 Regresar a Mérida es siempre una revelación. No es extraño que este humilde Juntaletras haga de cualquier novedad arqueológica un acontecimiento histórico que redunda entre lo divino y humano.

Y es que la vetusta Emérita Augusta sigue mostrando su pasado glorioso para deleite del conocimiento.

A pesar de haber escudriñado cientos de veces por sus entrañas, no dejo de sorprenderme de una civilización tan avanzada técnica y humanamente.

Pero era el 70 aniversario del festival de teatro clásico el que tintineaba en mi cabeza ya desde el año pasado.

El teatro romano es el mejor escenario para ver representadas obras de los mejores autores clásicos.

Tuve la ocasión de ver  una versión de Francisco Nieva sobre ‘La Paz’ de Aristófanes,  dirigida por Rakel Camacho y protagonizada por Joaquín Reyes como Trigeo. Apuntar que Reyes juega con ventaja a la hora de representar el papel. Irreverencia , incoherencia y fantasía, cualidades de sobra conocidas por Reyes , que le hace salir victorioso de la irreverencia de Nieva.

Pero es Astrid Jones la que brilla entre estas vetustas ruinas del teatro de Mérida.

Jones da vida esa eterna controversia entre el bien y el mal. Representa con gran talento a La Guerra frente a La Paz de Laura Galán.

Con una representación artística de gran nivel, La Paz, siempre merecerá la pena.




Cirugía para La Roja

 Más allá de la ideología de cada uno y de sus valores, está la educación y el respeto.

Hoy queridas y queridos lectores de este humilde Juntaletras, vamos a hablar de algunos elementos incívicos y pueriles pertenecientes a la Selección Española de fútbol.

La Roja, como España entera conoce a nuestro equipo de fútbol no está exenta de futbolistas fanatizados por el odio y la indecencia. Sólo escuchar La Roja les produce pruritos y cefaleas.

Todos sabemos qué jugadores son los inoculados por el virus de la desvergüenza y de la radicalidad. Pobres vagabundos intelectuales sin más mérito que poseer cierta habilidad con las piernas a pesar de encefalogramas casi horizontales.

Millonarios en calzoncillos, nuevos ricos de pulserita con la bandera de España, patanes, nunca mejor dicho, que enfurecen por pagar impuestos pero que hacen de testaferros y delincuentes financieros su muleta para eso tan español de "que paguen otros".

Ser español y sentirse orgulloso de serlo es otra cosa muy diferente a lo que predican estos rufianes de nueva pero rancia estofa.

Nadie está libre de personajes como está pequeña tropa de maleantes que pulula con impunidad por toda la sociedad española, ahora bien, no está demas que les reprochemos su ausencia de valores democráticos y de respeto por derechos de los demás.

La Roja, reflejo parcial de la sociedad española, debe extirpar con cirugía el cáncer del odio fascista que ha hecho metástasis entre parte de sus integrantes. 

Y dicho esto, viva la Roja decente y viva la España democrática!

La vida sigue igual

Hoy es un día cualquiera, uno de tantos, uno más donde la rutina y el tedio convergen en sintonía para hacer caer en picado las previas expectativas. 
Y es que a lo Julio Iglesias, "la vida sigue igual"
Todo sigue igual y nada cambia, en la vida como en la política nacional e internacional.

Seguimos y seguiremos impasibles ante el genocidio del pueblo Palestino por parte del estado terrorista de Israel.
La vida sigue igual.
En Ucrania las bombas sigue acallando la palabra.
La vida sigue igual. 
La extrema derecha se hace fuerte en Europa y el fascismo hace honor a sus nefastos precedentes, véase Hitler , Mussolini o Franco, asesinos fanatizados por su odio. 
La vida sigue igual.
Y en España, Feijoó sigue midiendo sus palabras para que su cabeza no comparta pica con la de Pablo Casado.
La vida sigue igual.

Y mientras todo esto pasa, nos importa un pepino si  baja el paro, el aceite de oliva o el maldito Euribor.
Claro que sí, lectores asíduos de este humilde juntaletras, entre guerras y politicastros mal encarados y peores personas, yo me seguiré refugiando en mi pequeña Arcadia Feliz donde soy inmune al ruido y a la desesperanza. 
La vida sigue igual