Ayer me desperté dando gritos.
No sé si estaba durmiendo o despierto, pero lo cierto es que yo recuerdo que soñé.
Soñé que era militante de base del partido que mucha gente que quiero ayudó a organizar.
Recuerdo como las "Casas del Pueblo" rebosaban vitalidad y nadie se sentía extraño entre sus paredes.
Los debates eran enriquecedores con finas prosas y versos reevindicativos.
Los militantes se abrazaban cuando el orador glosaba sobre la grandeza y honor de sus siglas.
Nadie era ajeno al funcionamiento orgánico y todos eran partícipes de las decisiones más acertadas.
Todos eran un ejemplo de humildad pues nadie se postulaba para un cargo o un puesto.
En estos "templos de la palabra", el valor a la palabra dada era un contrato vinculante con todos
Los secretarios y vocales, eran elegidos a mano alzada entre todos los presentes para júbilo de aquella democracia que nos legó nuestro padre fundador.
Y tomaban la palabra todos aquellos que algo tenían que decir, no para afear conductas, sino para marcar las pautas y directrices más convenientes.
La fraternidad y el respeto prevalecían entre ellos como el mejor cemento que solidifica con el paso del tiempo.
La diversidad estaba garantizaba pues ningún militante podía ser más de un cargo a la vez.
Presidentes, alcaldes, diputados y senadores, honraban la confianza dada por miles de socialistas durante 8 años y volvían a su casa pues entendían que la política no era una profesión sino una herramienta para transformar las sociedad en una más justa e igualitaria.
¿Fue un sueño?
Hagamos que suceda para que la militancia de base del PSOE de CLM vuelva a soñar realidades.
Jose Luis Blanco Moreno lo hará posible.
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